Xi’an, China
La distancia entre nuestra última ciudad (Hangzhou) y Xi’an es muy grande, por esa razón habíamos reservado desde casa un par de boletos de avión y fué así como llegamos a Xian a las 10:00pm. El aeropuerto estaba casi vacio y por no querer esperar el autobús pagamos unos 15€ de taxi de ahí al hotel. Nuestra meta principal en Xian (si no es que la única) era la de visitar el tan renombrado Ejército de Terracota y así lo hicimos al día siguiente.
Del hotel tomamos el transporte público (se puede pagar directamente subiendo al bus) que nos dejó en la estación del tren, afuera de esta hay una serie de autobuses que parten a diferentes destinaciones pero basta que digan la palabra “Army” para que te indiquen cual es el autobús que te lleva.
Tengan mucho cuidado porque los autobuses que van a esa destinación son muchos y las rutas son variadas, a nosotros practicamente nos subieron en volandas a un autobús que hizo una ruta larga y aburrida. Luego de ver que no llegabámos me empecé a poner nerviosa y le pregunté a la chica que nos obligó subió si faltaba mucho para llegar al Ejercito de Terracota, dicho esto, la tipa me miró con cara de burra y se hizo la que no entendió, lo cual me hizo enfuriar más y le dije que para subirnos al autobús si que nos había entendido a donde íbamos y que ahora resultaba que no entendía una palabra. Al verme enojada, la tipa se puso nerviosa también y comenzó a hablar con el chofer (solo nosotros y un chico al fondo quedábamos en el autobús!) mientras gesticulaba y gritaba, pero no me importó y le dije una vez más era mejor que nos dijera a donde íbamos o que de plano se parara y nos dejara bajar.
Para terminar la historia, la tipa fué y habló con el chico que estaba al fondo el cual resultó que iba también al Ejército de Terracota y además hablaba inglés! el chico nos explicó que aún faltaba un poco por llegar y que en realidad era que el autobús toma una ruta más larga de la que otros autobuses hacen. Dicho esto, me tranquilicé y después de lanzarle una mirada matadora a la tipa me resigné al hecho de que nos habían vilmente turisteado.
Llegando al lugar hay que comprar el ticket apenas entrando (unos 120¥) y luego hacer un camino bastante largo lleno de negocios de souvenirs, puestos de comidas, oficinas de turismos, etc. Hay baños por todas partes (sucios) y los guías como siempre no faltan. Una vez llegas a la entrada-entrada (después de unos 15min caminando a buen paso) pasas por los detectores de metal y te encuentras con varios edificios separados entre si. Cada edificio tiene un número y cada uno alberga cosas diferentes. Yo recomiendo de comprarse una guía del lugar en Xian o a la entrada si se quiere conocer a fondo -y creanme, vale la pena- la historia del lugar.
Dentro cada angar que contiene las diferentes excavaciones no es posible instalarse con el tripié y la luz del lugar (muy escasa) hace muy díficil el tomar fotos.
Que comimos y donde dormimos (y la aventura de los baños):
La reservación del hotel en Xian la habíamos hecho via internet desde casa (antes de partir) y el hotel era bastante nuevo y limpio, la habitación de lo más pequeñita y la ducha del baño estaba en una especie de desnivel que hacía que el agua se saliera e inundara casi todo el baño (una cosa muy incómoda). La reservación incluía el desayuno y el precio fueron algo así como 35€ por noche (no recuerdo bien). La única cosa buena era que estaba muy bien posicionado, cerca de otros puntos de interés en la ciudad.
En el barrio musulmán se come bien, por ejemplo una especie de sopa de carne y noodles con pan desmoronado dentro (Yangrou Paomo), sin contar que la zona es famosa por sus Jiaozi (raviolis).. Aún y todo, seguíamos teniendo problemas con el paladar para acostumbrarnos al tipo de comida y pienso que comíamos más que nada por pura sobravivencia.
En Xian tuvimos que tomar un tren para nuestra próxima meta (Pingyao) y para ello nos tocó esperar en la estación un buen rato, los boletos no recuerdo lo que nos costaron pero para comprarlos nos había ayudado Jane (en Tunxi) y habíamos encontrado solo del tipo Hard Sleeper. Dicha estación estaba a reventar (a las 10:00pm) y encontrar un lugar para sentarse era díficil (por no decir imposible). Aún así, nos las arreglamos para encontrar un lugar con dos asientos en los cuales nos apostamos a esperar la salida de nuestro tren.
Después de algunos minutos Max tuvo que ir al baño y yo me quedé a esperarlo sentada para no perder nuestros lugares. Cuando regresó me contó que los baños no tenía puerta y que practicamente estaban delante de un puesto de revistas donde hombres y mujeres se paseaban sin inmutarse que alguien estuviera haciendo pipí casi enfrente de ellos. Yo, que también ya tenía cierta necesidad, me dirigí valientemente al baño de mujeres solo para encontrarme con esto:
Los baños estaban separados en una especie de cubículos a la altura de la cintura. La puerta de dichos cubículos no se cerraba, pero no había necesidad puesto que se veían las cabezas de quienes estaban acuclilladas haciendo sus necesidades. Nada de esto me hubiera impedido hacer lo que tenía que hacer si no fuera porque el lugar donde te acuclillabas no era el típico baño chino (con un agujero en el piso) sino un canal que atravesaba todos y cada uno de los cubículos, por lo que, si entrabas en el último de estos lo más seguro es que vieras pasar alegremente la pipí (u otra cosa peor) de quien se encontraba en los primeros cubículos. Acongojada y con la vegija llena salí del lugar con mucha, mucha tristeza.