Texcoco y sus alrededores, Edo. de México

Nuestro pequeño tour por la Rep. Mexicana empezó cuando nuestros amigos Rox y Agus pasaron a recogernos en Cd. de México para irnos a pasar unos días a Texcoco a la casa de la madre de Agus quienes nos recibió como reyes, a pesar de ser la primera vez que nos veía, la verdad es que no tengo palabras para agradecer todas las atenciones que tuvieron para con nosotros, no solo nos hospedaron y alimentaron durante nuestra estadía sino que nos llevaron a lugares que nos encantaron y de los cuales yo al menos no tenía ni idea de que existían.

Templo y ex convento de Acolman

Nuestro primer día empieza con un ríquisimo y copioso desayuno, así como se acostumbra en México. Después de eso, el hermano de Agus nos lleva al Templo y Exconvento de Acolman. Esta joya del siglo XVI es notable por lo laborioso y bello de sus detalles de construcción, fue edificado inicialmente por los franciscanos para después ser terminado por los frailes agustinos. Llegamos temprano y el lugar estaba casi vacío, apenas un grupo de personas que estaba visitándolo y nosotros; la típica tranquilidad que se percibe en ese tipo de lugares (religiosos) es lo que nos sigue atrayendo siempre que vamos a uno de ellos.

Entramos al convento en el que pudimos admirar dos claustros, el más grande con sus columnas de tipo isabelino y rico en arquitectura; el más chico un poco más sencillo donde se puede apreciar una cruz al centro con el anagrama de Jesús labrado en piedra. Toda la visita la hicimos completamente solos, el otro grupo parecía que había entrado y salido casi inmediatamente porque no nos los encontramos en ningún momento. Dentro el convento también se encuentra un pequeño museo con tres salas donde se explica la construcción del convento y de la vida de los monjes en el.

Ex Convento de San Nicolás de Bari en Oxtotipac

Hacia el medio día nos encaminamos a Oxtotipac donde casi que no pudimos entrar porque estaba iniciando la misa, pero Flavio habló con el cura y lo convenció de retrasarla un poquito para que pudiéramos pasar a ver el convento. ¡Solo los mexicanos hacemos este tipo de cosas! Así, con toda y la vergüenza que sentía Max y con la sonrisa nerviosa de los demás, entramos en medio de la gente que estaba esperando misa y nos dispusimos a recorrer el lugar lo más rápido que pudimos, aunque después decidimos de esperar un poco y entrar con más calma a recorrerlo.

El claustro es lo más impresiona en la visita y lo hace diferente a todos los demás conventos que hemos visto hasta ahora: Es pequeño. Los techos son bajos y sus dimensiones son mínimas, en general parece todo hecho para albergar personas bajas de estatura; si alzan un brazo pueden incluso tocar las vigas de los techos. No se sabe a ciencia cierta el porque haya sido construido de esa manera, lo que si se sabe es que en realidad no era un hogar permanente para los frailes si no solo temporal cuando venían para las celebraciones religiosas.

Luego de haber hecho fotos y visitado complemente el lugar, nos dimos un pequeño paseo por el pueblito que acabó con cuentos y anécdotas de parte de Flavio y Agustín. Me sentía tan cómoda y en mi ambiente que todo ello me tenía muy contenta, aunque saber que era solo una visita y que tarde o temprano tendríamos que regresar a casa, me ponía una cierta congoja en el corazón.

Flavio nos propone entonces de ir a Papalotla a ver la iglesia de Santo Toribio y a comer barbacoa, así que fuimos para allá. Nos encontramos con que el lugar estaba cerrado por ser casi la hora de la comida (en México se come entre las 2 y 4 de la tarde), así que nos propone otra cosa “más interesante” para abrir el apetito: Ir a tomar pulque.

El pulque es una bebida mexicana de origen prehispánico. Se elabora a base de la fermentación del aguamiel del maguey o del agave (hay dos tipos), su sabor es dulce y su consistencia un poco densa y pegajosa. A Max le gustó.

El lugar al que fuimos es famoso por la elaboración del pulque. Es una casa particular, una de esas casas típicas mexicanas con un patio lleno de plantas y recámaras llenas de recuerdos familiares, cuadros y estatuas de santos, viejos muebles y juguetes en una mezcla un poco chocante, pero que me recordó mucho la casa de una de mis abuelas. En el patio nos sentamos en una larga mesa con bancos de madera, a disfrutar de un jarro de pulque hasta que se hizo la hora de la comida y nos fuimos a dar un atracón de barbacoa.

Texcoco y sus alrededores es famoso por su barbacoa la cual es un plato de carne (puede ser oveja, cabra, res, conejo, venado, etc) cocinado lentamente al vapor entre pencas de agave en un horno bajo tierra y que se sirve con tortillas hechas a mano, salsas varias, cebolla y cilantro. Una delicia. Disfrutamos además de tlacoyos y consomé los cuales son imperdibles y muy tradicionales de la zona.

Universidad de Chapingo

Al día siguiente, la esposa de Flavio nos llevó a conocer la maravillosa Universidad de Chapingo donde dentro de su capilla se pueden apreciar unos murales de Diego Rivera preciosos. Estuvimos ahí toda la mañana y nos gustó mucho el paseo. La verdad es que les recomiendo muchísimo que si van al DF den un salto a esta universidad solo para visitar dichos murales, no se arrepentirán. Fotos no tengo porque dentro de la capilla no se permite tomarlas pero pueden visitar este link para ver una muestra de lo que encontrarán ahí.

Por la tarde nos quedamos en Texcoco y fuimos al mercado nocturno del Día de Muertos donde paseamos, tomamos fotos, comimos antojitos y disfrutamos del ambiente hasta que se hizo tarde y Flavio nos invitó a su casa a tomarnos unos tequilitas, cosa que aceptamos de buena gana.

Universidad de Chapingo

Ex Hacienda Molino de las Flores

Nuestro último día en Texcoco y ya sabemos que hacer antes de emprender carretera para nuestro siguiente destino: Ir a visitar la Ex Hacienda Molino de Flores donde su capilla del Señor de la Presa nos cautivó completamente (foto del inicio, la capilla azul) y donde Agus pasó su niñez corriendo entre las ruinas del lugar (su abuelo vivió en dicho lugar haciendo las veces de guardián).

La historia de este hermoso y mítico lugar empieza ya desde épocas prehispánicas, donde por los alrededores se encontraban los famosos jardines y los baños del Rey Nezahualcóyotl. Durante la conquista, se construye la hacienda con la finalidad de crear un batán (para la producción de textiles), para luego además ser usada para producir harina de trigo convirtiéndose en una localidad muy próspera gracias a ello.

Fue también durante esta época que se edificó la mayor parte de los edificios, como la tienda de raya, la casa principal, la casa de visitas, la iglesia de San Joaquín y la hermosa capilla del Señor de la Presa (que gran parte fue excavada en la misma ladera del río), quedando aún ruinas de casi todos los edificios que se pueden visitar libremente.

La hacienda tuvo varios dueños durante varios años y mantuvo su encanto y prosperidad hasta la llegada de La Revolución, cuando fue saqueada por los zapatistas (aún se pueden ver los daños), liberando a todos los trabajadores y dejándola abandonada para su deterioro. En 1937, el Presidente Lázaro Cárdenas la expropió y entregó al municipio declarándola Parque Nacional

El deterioro de sus edificios no fue motivo para dejar de visitarla, al contrario, le añadió un encanto más al lugar. Caminando por sus calles uno se siente en épocas pasadas. Ese día particularmente no había nadie aparte de nosotros y pudimos gozarnos cada rincón del lugar a nuestras anchas. Max disfrutó mucho el paseo porque Rox nos contó muchas cosas sobre la historia del lugar y Agus nos contó muchas anécdotas de su infancia, cuando su abuelo era guardián del parque y él y junto con toda su pandilla de amigos y familiares se iban a jugar entre ruinas históricas.

Por lo bello y mágico del lugar, la Ex Hacienda ha sido locación para películas y series de televisión nacionales e internacionales. Y como no, si es hermosa. Personalmente me gustó mucho, aunque debo admitir que le falta un poco de cariño de parte del Municipio (que es quien tiene la gestión del parque). Algunas áreas tienen mucha basura, lo que está deteriorando todavía más un lugar que por su importancia histórica debería estar mejor conservado. Espero un día las autoridades piensen en el enorme valor de este lugar y hagan algo al respecto.

Nos despedimos de Texcoco y sus alrededores porque en realidad nuestro viaje estaba apenas empezando y no veíamos la hora de emprender carretera.

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