San Francisco, California

Quien no haya soñado alguna vez de visitar San Francisco que levante la mano. Esta espléndida ciudad es un centro vital y cultural de la California; junto a la homónima bahía es conocida en todo el mundo principalmente por sus calles llenas de subidas/bajadas, por sus característicos trams y por su Majestad el Golden Gate. Pero San Francisco es muchísimo más.

Maricruz yo llegamos por la tarde luego de haber visitado San Luis Obispo y su misión, ya en el camino a nuestro hotel nos dimos una idea de como son las famosas calles de esta ciudad: Subes, subes, subes…luego bajas, bajas, bajas. Se oye divertido, siempre y cuando no se recorran a pié. Dejando apenas las maletas y tomando una ducha veloz, allá nos fuimos a dar una vuelta por el barrio donde estaba nuestro hotel: Marina.

Pasear por las calles que llevan de Lombard St. hacia la bahía es relajante y placentero, la arquitectura victoriana de los edificios y casas, el encontrar las personas que regresan de hacer joggin o yoga en el parque cerca, hacen una atmósfera muy particular en este barrio. Llegamos al pequeño puerto cuando estaba ya cayendo el sol, apenas en tiempo para gozarnos el juego de luces, sombras y colores del atardecer con la silueta del Golden Gate muy cerca. Del Marina Park mirando hacia la bahía se puede apreciar a los lejos una de las islas más famosas en el mundo: Alcatraz. En la parte opuesta la mirada cae hacia downtown, con sus rascacielos y las torres de sus iglesias. De regreso nos damos un paseo por Chestnut St, a diferencia de la Lombrad en esta calle se encuentran locales para tomar una trago, restaurantes y negocios. Tomamos un aperitivo y cenamos antes de encaminarnos de regreso a nuestro hotel donde una cama blanda y calientita ya nos esperaba.

A la mañana siguiente nos vamos a visitar el Palacio de Bellas Artes que se encuentra precisamente en el barrio de Marina. Este edificio fué construído en 1915 para el Panama-Pacific International Exposition que fué preparada para celebrar el canal de Panamá y el resurgimiento de San Francisco después del terremoto de 1906. Esta construcción es todo lo que queda de la exposición, luego de que en los años sesentas fuera restructurado para retomar su belleza original y donde ahora reside el Exploratorium, un lugar fascinante donde grandes y pequeños pueden hacer un viaje entre los misterios y maravillas de la ciencia.

Dejamos el Palacio a nuestras espaldas y nos dirigimos hacia el Fisherman Wharf (más precisamente hacia el Pier 39). Decidimos de ir a pié, después de todo eran solo 3km, no contando que estando en San Francisco serían 3km de subidas y bajadas que parecieron 6.

El Pier 39 es el punto de encuentro más famoso del Fisherman Wharf, a lo largo del muelle hay una infinidad de agencias donde se pueden comprar excursiones en barca, por ejemplo para ir a ver el pasar de las ballenas, además de negocios de venta de oro, restaurantes, enotecas, etc.

El paseo nos abre el apetito y damos una ojeada a los menús expuestos fuera de los restaurantes. Comemos y nos vamos a sentar un rato en una banca a gozarnos el tibio sol de otoño y el panorama de la bahía. Nos sentimos un poco Otis Redding con su “Watching the ships roll and then whatch’em roll away again”. Oh cuanto nos está gustando San Francisco y su atmósfera del muelle.

El descanso después de la comida y el baño de sol nos ha recargado las baterías, así que decidimos encaminarnos hacia una iglesia que habíamos visto a los lejos. No dejamos de maravillarnos de lo hermosa que es la ciudad con sus edificios color terracota y creemos que caminando la gozaremos aún más.

La distancia entre el Pier 39 y el Washington Square no es mucha, aunque naturalmente las subidas la hacen un poco más difícil. Apenas llegamos al parquecito nos damos una vuelta buscando una banca donde poder descansar un poco pero no nos fué posible. El parque está ocupado casi en su totalidad de homeless y la gente del lugar se debe conformar con pasear a sus perros por el lugar y sentarse en la hierba si es posible.

Ahí mismo enfrente al parque se encuentra la iglesia que habíamos visto de lejos, dicha iglesia es la de los Santos Pedro y Pablo y viene llamada también “la catedral italiana de occidente”. En realidad estamos ya en el barrio North Beach, conocido también como Little Italy. Esta iglesia y su escuela es administrada de los Salesianos y es un punto de encuentro muy importante para la comunidad italo-americana. Al interno es rica y luminosa, nosotros tuvimos la suerte de asistir a un ensayo de niños que cantaban y bailaban el “Jinglebells Rock”. Una curiosidad sobre esta iglesia: Se encuentra en el número 666 de Filbert Street, en la biblia este número es asociado al diablo, pero me imagino que a los Salesianos no les importe mucho.

Se ha hecho hora de regresar al hotel y para terminar como se debe decidimos de hacerlo a pié por toda la Lombard Street para poder ver y visitar la Russian Hill. Esta parte de la avenida es francamente particular: En los años 20’s decidieron de reducir la pendiente (era del 51%) creando ocho curvas, parece increíble pero es una de las atracciones más fotografiadas de la ciudad. Normalmente se sube en auto y se recorre a pié hacia abajo, pero nosotros nos masacramos haciéndola no solamente a pié sino que de ahí nos echamos otros 3km hasta el hotel.

Ya en la habitación le dí una ojeada a mi App y me doy cuenta que nos hemos recorrido en total 14km en todo el día, 14km de subidas y bajadas y 22 pisos, quizás por esto que estamos un poco cansaditos.

Alcatraz:

Desde el inicio Alcatraz era una de nuestras metas y ahora les podemos decir que valió la pena. Apenas nos levantamos y desayunamos nos damos cuenta de que el tiempo no es de lo mejor. Gris y con amenaza de lluvia, pero no nos dejamos amedrentar y nos dirigimos a nuestra aventura.

Tomamos un Uber hasta el Pier 33 y hacemos la fila para comprar los boletos, como primer consejo les diré de evitar de comprar en el bar que se encuentra cerca de la billetería ya que los precios son escandalosamente caros (el ferry tiene una cafetería y es decisamente mucho más barato). El acercarse a la isla es afascinante, en pocos minutos se llega al embarcadero donde les dará la bienvenida un ranger que explicará la historia de Alcatraz, que cosas ver, las reglas, etc.

Se puede comenzar viendo el film de introducción en las viejas bodegas del puerto. Alcatraz nace como un fuerte militar, luego viene transformado en cárcel militar y federal donde venían encarcelados los criminales más peligrosos, entre ellos el famosisímo Al Capone. Todos los edificios fueron construídos de los mismos detenidos ya que mientras descontaban la pena no podían ser un peso para la sociedad. El penitenciario se encuentra a dos millas naúticas de la ciudad y algunas tardes, si había viento a favor, se podían escuchar las risas y algabaría que venía desde el Yachting Club. Cuando la prisión fué cerrada, los edificios fueron ocupados por nativos americanos que fundaron una comuna en 1969, pero estos fueron luego desalojados por la policía federal convirtiendo la isla más tarde en el parque de entretenimiento que es ahora.

Apenas llegando nos dan una audioguía gratuita, muy bien realizada y que con tiene las voces originales de algunos detenidos y guardias de la prisión además de hacerte entrar en la atmósfera de la época. Caminar por los pasillos del penitenciario en un día así de gris y tétrico fué emotivo, nuestro estado de ánimo coincidía perfectamente con los alrededores y pudimos probrar en una dosis muy pequeña lo que sentían las personas que estaban encerradas ahí, con muy pocas posibilidades de salir con vida.

Mientras regresábamos en el ferry a tierra firme el sol salió y con ello las ganas de ir a dar un paseo por downtown.

Del Pier 33 decidimos de caminar hasta Union Square, pasando de nuevo por North Beach. En los palos de electricidad se notaban los colores de la bandera italiana, como demostrando con ello el cariño hacia nuestro país de parte de quien tuvo que emigrar. En la iglesia de San Francesco hay una reproducción en medida real de la Porziuncola di Santa Maria degli Angeli, muy bien realizada. La iglesia era solemne y bella, nos sentamos unos minutos para descansar un poco las piernas que ya daban muestra del cansancio.

Damos la vuelta en la esquina y notamos inmediatamente que ya no estábamos más en Little Italy, el ambiente era diferente y como no, nos encontrábamos en Chinatown.

Los negocios coloreados y llenos de mercancía, la aglomeración de la gente y la vida frenética del barrio era increíble, parecía de estar en un barrio en Pekín. Los olores, el idioma, los codazos de la gente para abrirse paso y tu que te sientes decisamente fuera de lugar; todo esto te hace apreciar más intensamente la atmósfera del barrio chino.

Apenas pocos metros más adelante se entra en un tunel y cuando se sale de esté nos parece que estamos en otra ciudad. De repente nos encontramos en medio de rascacielos, edificios con paredes de vidrio y calles muy limpias: Estamos ya en Union Square, la plaza más importante y chic de San Francisco. Entre negocios de Dolce & Gabbana, Fifth Avenue, Apple, Tiffany, etc, vemos correr por las avenidas los trams típicos de la ciudad cargados de turistas.

Encontramos esta espléndida plaza decorada y lista para Navidad, rodeada de las boutiques y hoteles más chic de la ciudad, con tanta gente ocupada y corriendo pero sobre todo con un ambiente diferente del relajado que se encuentra en Marina o el más informal en Fisherman Wharf y es precisamente esta diversidad que hace de San Francisco una ciudad de visitar absolutamente. Aquí decidimos pasear un poco y entrar a la tienda de artículos de cocina Williams-Sonoma donde Maricruzse dió vuelo comprando cosas para su trabajo (y vaciando las tarjetas de crédito). Luego de las compras decidimos era hora de cenar y para ello entramos al  Cheesecake Factory, solo para ver si nos encontrábamos a Penny (¿Han visto Big Bang Theory, si?).

Regresamos al hotel -de nuevo a pié-  caminando por las ya oscuras calles de subibaja mientras nos gozábamos la ciudad con sus luces y el vaivén de la gente que regresaba del trabajo, se detenía a comprar víveres o se encontraba con amigos en alguno de los muchos bares. Nos sentimos un poco tristes pero al mismo tiempo emocionados, mañana luego de saludar al Golden Gate, nos encaminaremos a una de las zonas que personalmente tengo más ganas de visitar: Napa Valley.

 

Para finalizar, un par de instagrams de San Francisco.

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