Rovinj, Croacia
Rovinj se encuentra en la península istriana, en épocas romanas se le conocía como Arupinum o Mons Rubineus y sucesivamente también con el nombre de Ruginium e Ruvinium. Por siglos estuvo entre las ciudades más importantes de Istria, perteneciendo a la Serenísima República de Venecia; después de la caída de esta última y la paréntesis napoléonica, pasó a manos del imperio Austro-Húngaro en el cual se quedó hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.
Llegamos a Rovinj apenas después de la hora de la comida, la ciudad dista a poco más de media hora de Pula, afortunadamente el día mejoró mucho y el sol nos acompañó toda la tarde porque en la mañana estuvo un poco nublado. Poco antes de llegar al centro histórico dejamos el carro en un estacionamiento a pocos pasos precisamente del centro, muy cerca del puerto. Siendo el mes de marzo, las calles estaba casi desiertas y esto contribuyó a darle un cierto toque mágico al paseo.
Rovinj se encuentra en una península que era una isla, hasta el 1763, año en que fue unida a tierra firme. Luego de tomar un par de fotos por el camino, cruzamos el Arco Balbi. Construido en 1680 este arco era la antigua puerta de la ciudad y fue erigido a petición del mayor Daniele Balbi, era el acceso más importante para quien venía de fuera. Junto a este se encuentra el Palacio Comunal que fue construido en 1308.
La ciudad antigua se encuentra sobre una pequeña montaña y en lo alto domina majestuosa una iglesia barroca de tres naves, misma que se conoce como la iglesia de Sv. Eufemije (Santa Eufemia), para llegar hasta ella comenzamos a subir por las callejuelas de la ciudad vieja entre calles baldosadas y placitas encantadoras por todo el camino.
Vista la hora y el período del año, nos gozamos en pleno el paseo, las callejuelas y callejones, las plazas, las pequeñas bodegas con artículos artesanales y toda la tranquilidad que en general se respiraba hacia de ello el lugar perfecto para relajarse y vaguear sin meta alguna.
La arquitectura de Rovinj se parece mucho a la arquitectura veneciana y no podría ser de otra manera ya que (como les comentaba) por siglos perteneció a la República de Venecia y de ahí su influencia. Terminamos de subir llegando a la Iglesia de Santa Eufemia, el panorama desde lo alto deja sin aliento (y la fatiga de la subida), pero también lo hace la iglesia que incluso con su fachada simple, es bellísima.
Santa Eufemia Fue costruida entre 1725y 1736 substituyendo lo que hasta ese entonces había sido una pequeña iglesia dedicada a San Jorge que a su vez fue construida al inicio del siglo X. La fachada de la nueva iglesia es en cambio de 1883 y junto a la puerta lateral encontraremos un relieve en mármol de Santa Eufemia que data del XIV siglo.
Dentro la iglesia está el sarcófago de Santa Eufemia del VI sec. ( adaptado en el siglo XV), en su interno, además de la reliquia de la santa, se encuentran también las pinturas La Última Cena y Cristo en el Jardín de Jetsemaní del XVI y XVII respectivamente. El campanario es alto de 60 metros y fue construido entre 1654-1680, encima de todo ello se encuentra la estatua de Santa Eufemia.
Frente a la iglesia, desde el hermoso jardín que podemos ver en la foto de arriba, se comienza a descender nuevamente hacia el puerto, el día es perfecto con un clima casi cálido y un viento fresco. Nos detenemos por el camino en un wine bar a tomar algo mientras seguimos disfrutando del día, luego de ello continuamos nuestro paseo hacia el puerto nuevamente. El tiempo ha volado y ahora el sol está ya casi cayendo.
Mientras el sol comienza a caer nos damos cuenta que ello hace ver más bonita aún la ciudad, si es posible. La luz tenue inunda de bellos colores los edificios con sus reflejos dorados y castaños, nos encontramos tan bien en este paseo que una vez mas pensamos que fue un acierto el haber escogido esta zona de Croacia, en esta temporada es de lo más tranquila.
Estamos de nuevo en la plaza del puerto, tomamos un par de fotos más porque de este lado de la ciudad el panorama es bellísimo. Rovinij sin duda ofrece mucho cuando de fotografía se trata.
Llegamos al estacionamiento donde dejamos el carro y nos quedamos aún un par de minutos más sentados en una de las bancas ahí cerca; a Maricruz se le ha metido entre ceja y ceja que quiere tomar una foto con el sol ya casi oculto así que ahí estamos, viendo los reflejos del mismo sobre el mar y la ciudad, es todo tan tranquilo y romántico que yo no objeto porque me siento afortunado de poder compartir este momento con la persona que amo.
Dejamos atrás Rovinj con esas bellas imágenes clavadas en los ojos y el corazón, es una ciudad que gusta de verdad y creo será difícil de olvidar. Volteamos una vez más para verla con la luz crepuscular, pero es momento de regresar a Pula, estoy seguro que en los días siguientes veremos otros lugares igual o incluso más bonitos, pero algo me dice que Rovinij será siempre el recuerdo más bello que tendré de Istria.