Padua
Padua es una ciudad de jóvenes y si bien me gustó mucho la verdad es que 3 días quizás son demasiados. Llegamos muy temprano por la mañana porque de Venecia a Padova son alrededor de 40km y el mismo día recorrimos casi todos los puntos de interés así que los siguientes días no tuvimos mucho que hacer por la ciudad y los dedicamos a visitar alguno de sus museos. Nuestra primera parada no podía dejar de ser el icono de la ciudad: La Basílica de San Antonio. Era temprano por la mañana de un día normal entre semana por lo que había muy poca gente y pudimos gozarla con calma por dentro y por fuera. Yo les recomiendo que se descarguen una guía online o compren una en papel para apreciar en todo su esplendor esta maravilla. San Antonio es el santo de los enamorados e ir a Padua cuando apenas había pasado el 14 de febrero fué muy especial para mi.
¿Ven esta foto aquí arriba? Es la plaza Prato della Valle, una de las más grandes de Europa y donde se concentra mucha de la vida local.
Perdiéndonos por sus calles
Fuimos a Padua con el principal objetivo de entrar a la Capilla de los Escrovegni para ver los frescos de Giotto, con tan mala suerte que no habíamos reservado y teníamos que esperar afuera por algo así como dos horas. Desilusionados y sin muchas ganas de estar parados con el frío de febrero nos fuimos caminando por las callecitas de la ciudad, en busca de rincones escondidos y bellos que creánme, son muchos para ser tan pequeña.
Caminar ha sido siempre nuestro pasatiempo favorito cuando visitamos una ciudad nueva. Hay tantos lugares a veces en los que entrar como museos, iglesias, atracciones, etc. Que muchas veces puede ser agobiante querer ver todo en un solo día. Nosotros llevábamos varios para recorrernos la ciudad, no obstante ello, pudimos apreciar más de lo hermoso del lugar con solo caminando por sus calles.
La Catedral y el Batisterio del Duomo
La Catedral Basílica de Santa María de la Asunción, mejor conocida como la Catedral de Padua. En el baptisterio al lado se pueden encontrar frescos de Giusto de Menabuoi. Y otra vez, con tan mala suerte que la contramos cerrada! Padua nos estaba tratando mal y a nosotros no nos importaba porque al fin de cuentas teníamos más días para explorarla así que nos sentamos en un barcito de los alrededores y pedimos un café para quedarnos por un buen rato a gozarnos el tibio sol que con sus rayos derretía la poca nieve que quedaba en el atrio y ver a los niños jugar.
Padua tiene iglesias para regalar. Caminando por sus calles no es raro ver sobresalir cúpulas y torres, una ciudad medieval que vale la pena de visitar solo para admirar su arquitectura. Perderse por el antiguo Ghetto, sentarse a tomar el aperitivo por excelencia de los venetos: El Spritz. Por cierto, no se pierdan de entrar a una de sus muchas enotecas y pedir un bocadito de los diferentes embutidos y acompañarlo de un buen prosecco.
Hablando del Spritz. Padua es una ciudad de usos y costumbres, se darán cuanta cuando a una cierta hora los locales se sientan a las mesas de alguno de los muchos bares a relajarse y tomarse un aperitivo. Los ves de todas las edades siempre acompañados de esa fría bebida del color naranja intenso; aún cuando la temperatura esté rozando el cero, para los paduanos el aperitivo es una cosa seria.
Cómo llegar a Padua
La manera más fácil y rápida es sin duda con el tren. Son solo 40km desde Venecia y se llega en menos de una hora. El boleto en tren regional cuesta menos de 5€ y se toma en la estación S. Lucia en Venecia, el trayecto es de unos 40-50min. La otra opción es la del tren rápido (Frecce), la duración es de poco menos de media hora pero el boleto ronda los 15€. Aquí pueden ver horarios y precios: https://www.lefrecce.it/