Nikko, Japón
Una de las metas que más esperábamos de visitar en Japón era Nikko. A solo dos horas y media de la capital nipona, este pueblo situado en pleno corazón de las montañas es famoso por su bellísimos templos y santuarios además por ser la entrada al hermoso parque natural que rodea la zona y que es el disfrute de los amantes de la naturaleza. Habíamos comprado desde casa el pase de cuatro días para visitar Nikko, dicho pase incluye el viaje de ida y vuelta desde Tokyo en el tren local y el uso ilimitado de los autobuses en la zona. Teníamos pensado de pasar dos días enteros para poder visitar los puntos más importantes del lugar pero resultó que si quieren hacerlo con calma lo mejor es dedicar al menos 3-4 días.
Llegamos muy temprano por la mañana y nos dirigimos a nuestro hotel que estaba justamente enfrente de la estación, dejamos la pequeña mochila que llevábamos – las maletas las habíamos dejado en Tokyo ya que no había necesidad de cargar todo si íbamos a estar solo un par de días-, enseguida nos fuimos caminando hacia la zona de templos.
El puente Shinkyo
La primera parada es obligatoria e imposible de no notar: El Puente Shinkyo (神橋, Shinkyō, “puente sagrado”) quien nos recibe besando el río y con el foliage de otoño rodeándolo en un abrazo. Hay mucha gente porque es domingo pero es posible sacar bonitas fotos desde lejos y disfrutar del ambiente sin ningún tipo de molestia. Sacamos algunas fotos y nos detenemos a ver las aguas del río en el que se puede ver el fondo de lo limpio que es. Una postal fotografiada millones de veces que nunca pasará de moda.
El puente así como lo vemos ahora es bastante antiguo, contruido en 1636 pero se dice que anteriormente había otro puente exactamente en ese mismo lugar. Es posible cruzarlo pagando un boleto de entrada pero nosotros preferimos disfrutarlo desde lejos, como lo hacía la mayoría de la gente.
Adentrándonos en la zona histórica
Cruzamos la calle junto al puente para empezar a subir las escaleras hacia la zona de templos y santuarios. El día es frío y un poco nublado pero esto en lugar de arruinar el ambiente lo hace perfecto. Estamos en pleno otoño y se nota alrededor: las hojas naranjas, amarillas, rojas y marrones embellecen toda la zona. Nikko es famoso por su Momiji (foliage) y esta era una de las mayores razones por las cuales escogimos de venir aquí.
Jardín Shoyoen
Antes de visitar algún templo o santuario hacemos una primera parada en el jardín Shoyoen. Pagamos la entrada y entramos a disfrutar del lugar, lejos de la aglomeración de la gente. Este jardín tiene 400 años de antigüedad y les recomendamos de visitarlo si disponen de tiempo para ello.
Me doy vuelo sacando fotos, todo es tan bonito y tan bien cuidado. Somos los únicos por el paraje, la mayor parte de la gente se va directamente a visitar los templos pero nosotros no queremos saturarnos de ellos, aún nos quedan muchos días en este viaje y seguramente visitaremos muchísimos templos más.
Un rosario de templos y santuarios
En nuestra visita el templo Rinnoji estaba en reparaciones y su fachada lo adornaba una enorme manta, lo que es una pena pero necesaria si queremos seguir drisfrutando de estos bonitos lugares. Este templo es uno de los más representativos e imperdibles de la zona, seguramente uno de los que no se deben dejar de visitar. En todo caso, la zona está llena de bellos templos, santuarios, torii y antiguos edificios con siglos de historia rodeados de la más bella naturaleza.
Este rosario de templos y santuarios fue fundado a finales del siglo 700 por el monje Shonin, desde entonces conviven el Budismo y Sintoísmo en una armonía digna de admirar en estos días de intolerancia colectiva. Por siglos este sitio sagrado ha sido un hogar para las más hermosas obras de arte decorativas en madera y piedra; si bien los desastres naturales como terremotos e incendios han hecho mella en la arquitectura, lo han siempre reconstruido siguiendo fielmente la estructura y arquitectura original e incluso usando las técnicas de construcción de siglos pasados y rescatando en lo posible los mismos materiales.
La visita a este lugar seguramente les llevará (como a nosotros), todo el día. Los maravillosos santuarios y templos con sus esculturas en madera, los detalles a observar y la historia que cada uno de ellos encierra da seguramente para entretenerse todo el día. Como les contaba, nosotros estuvimos de domingo y a decir verdad si había mucha gente por doquier, pero eso no le restó belleza al lugar. La zona histórica de Nikko es una muestra de lo más auténtico y tradicional que podrán encontrar en un viaje a japón y si la historia les apasiona seguramente este lugar es un imperdible en un viaje a tierras niponas.
Al final del día
Luego de haber terminado de visitar los lugares más importantes de la zona decidimos que era hora de regresarnos al hotel y darnos un merecido reposo. Eran ya casi las 6 de la tarde y aún no habíamos comido porque estábamos tan entretenidos que no nos dimos cuenta de la hora, así que al notar lo tarde que era nos dimos cuenta también que teníamos hambre !Y mucha!
Decidimos entonces de regresar a pie de nuevo y por el camino descubrimos un restaurante que hacía udon tan deliciosos que ahora mismo mientras escribo se me hace agua la boca solo de acordarme. Una vez que nuestras estómagos están saciados nos vamos a nuesto hotel donde luego de una ducha caliente nos metemos a la cama y caemos rendidos hasta el día siguiente.
Nikko – Shi (Luz del sol)
Es nuestro segundo día en Nikko y luego de un abundante desayuno en el hotel decidimos de hacer el check-out y dejar la mochila en el mismo mientras nos vamos a visitar los alrededores. Nuestra primera parada es la Akechidaira Plateau y para ello tomamos un autobús desde la estación de Nikko. Como les había comentado, traíamos los Nikko Pass All Area así que bastó mostrarlos al conductor y nos sentamos ya que el viaje en sí es largo (casi una hora).
Llegamos a la parada de autobús (es la última, no hay pierde) y tomamos el teléferico para subir a la plataforma. Allá arriba el aire es fuerte y helado pero la vista es hermosa. Las montañas marrones vestidas de otoño le dan al panorama una atmósfera casi mística. Desde ahí se admiran las Cascadas Kegon y el Lago Chuzenji.
Al ser lunes por la mañana casi no hay gente pero aunque la hubiera la vista es tan hermosa y el lugar tan amplio que habría espacio para todos.
Descendiendo
Tomamos nuevamente el autobús para dirigirnos hacia el pueblo Chuzenjiko Onsen desde donde se tiene acceso a las cascadas que vimos desde la plataforma, además de varios puntos de interés como el Museo de Ciencias Naturales, el templo Chuzenji y el santuario Futarasan Shrine entre otras cosas. El pueblito en sí es tranquilo y bonito, caminando en busca de los puntos de interés podrán incluso disfrutar del paseo admirando el ir y venir de la gente local.
Paseamos por el lago Chuzenji y nos detenemos a tomar un par de fotos al bonito torii que adorna la entrada al lugar, es todo tan apacible y relajado, será que el día anterior vimos todo lleno de gente y hoy se nos hace imposible que esto esté casi vacío.
Luego de darle una visitada a las cascadas Kegon de cerca nos buscamos un restaurante para comer, queremos probar la delicia local Yuba, que no es otra cosa que la nata que se forma en la superficie de la leche de soya, así que luego de escoger un restaurante entramos y nos sentamos a disfrutar de las delicias que los dueños, un par de ancianos japoneses, nos prepara.
Nikkō-shi – Luz del Sol
Después del abundante almuerzo montamos nuevamente en el autobús, esta vez nos dirigimos hacia Yumoto Onsen, una localidad con baños termales que es además bellísima de explorar en sus alrededores por los diferentes senderos de trekking en el parque natural.
Luz del sol, eso es lo que significa Nikkō-shi en japonés y no podría haberle quedado mejor este nombre, la luz del día de hoy es definitivamente mucho mejor que ayer y se nota, a pesar del frío en plena zona montañosa, no podemos dejar de sentirnos bien de estar ahí. Como me hubiera gustado quedarme al menos otros dos días en el lugar y hacer trekking hasta que me salieran ampollas.
Se está haciendo tarde, la luz es hermosa y sacamos un par de fotos del Lago Yunoko. Caminamos por los alrededores sintiendo el frío de la tarde cada vez más agudo pero sin duda no nos importa, el lugar es tan hermoso, tranquilo y relajante que gustosamente nos hubiéramos quedado ahí hasta caer la noche.
Tomamos el autobús de nuevo, es hora de regresar a la estación de Nikko. Llegamos y mientras Max va por la mochila al hotel yo entro a la estación a dar una ojeada a los horarios de los trenes, me doy cuenta que está por salir uno y corro afuera a hacerle señas a Max para que se apure, de lo contrario tendríamos que esperar una hora o así para el próximo.
Subimos al tren y no sentamos, riendo y cansados. Dejamos el pueblo con el corazón un poco apachurrado, es imposible no enamorarse de Nikko con lo bello que es, nos hubiéramos quedado con gusto al menos un par de horas más pero nuestros amigos Taka y Keiko nos habían mandado un mensaje diciéndonos que nos esperaban para la hora de la cena con Gyoza y cervezas para contarles nuestras impresiones de Nikko, así que no queríamos hacerlos esperar.