Nara, Japón

Llegamos a Nara en tren desde Kioto, luego de un viaje muy corto que en cuestión de minutos nos dejó en la estación de esta linda y pequeña ciudad.

Era un poco tarde (alrededor de las 9pm) y ya habíamos cenado en la estación central de Kioto por lo que solo teníamos que buscar nuestro alojamiento y descansar hasta el siguiente día que se venía cargado de promesas.

En Nara habíamos reservado un tradicional Ryokan y no veíamos la hora de disfrutarlo, en realidad ya habíamos estado en otro pero como sabíamos cuanto son lindos estábamos emocionados de volver a estar en uno de ellos.

Y no nos desilusionó, el Ryokan estaba muy cerca del parque de Nara por lo que tampoco estaba muy lejos de la estación.

Siendo ya de noche cuando llegamos en realidad no pudimos ver nada ese día pero al siguiente nos levantamos muy temprano y después de un desayuno ligero nos encaminamos por las limpias y solitarias calles a empezar nuestro recorrido por la pequeña ciudad.

El habernos levantado tan temprano nos permitió ver un poco de la vida local y de apreciar el lugar sin las hordas de gente ya que Nara es un lugar muy turístico. Las calles tranquilas y limpias, la gente local que se encaminaba al trabajo, saludaba los vecinos, iba a hacer sus compras.

El aire limpio y cristalino del otoño y la luz matutina que acompañaba un clima fresco y agradable. Que felices estábamos de estar en un lugar tan bonito.

Nara fue la capital de Japón durante el reinado de Yamato y pueden notarlo cuando la visitan porque gran parte de esta pequeña ciudad aún conserva su estilo tradicional.

Está además llena de templos y santuarios rodeados de un hermoso parque que adorna todo un enorme complejo.

Visitar Nara puede llevar todo el día y es por eso que la mayor parte de la gente decide de venir desde Tokio en un tour de una sola jornada, aunque si se desea y se dispone de tiempo nosotros recomendamos de quedarse al menos una noche para disfrutar el lugar por la tarde o muy temprano por la mañana cuando está definitivamente mucho más tranquilo.

Los ciervos de Nara

Los ciervos sika son sin duda uno de los atractivos principales de Nara, estos animales son -según el sintoísmo- mensajeros de los dioses y que transmiten nuestros deseos y plegarias a ellos, por esta razón se han convertido en símbolo de la ciudad y están protegidos, mimados y constituyen una verdadera atracción para los turistas.

Los ciervos se pueden ver por toda la ciudad, como un local más, pero es en el parque donde encontrarán la mayor congregación de los mismos.

Por todos lados hay vendedores de galletitas que ofrecen las mismas por pocos yenes, pero cuidado, que los ciervos siempre están a la caza de turistas con galletas y se pueden volver incluso agresivos exigiendo que les des dicho snack.

Naturalmente nos emocionamos de ver tanto ciervo y no paramos de tomar fotos e incluso acercarnos a ellos que curiosos, nos olfatean las manos buscando algo para comer.

El ciervo psicopático

Decido de comprar una bolsa de galletas y dejénme decirles que fue un grosso error, los animales están al acecho y reconocen cuando te acercas al vendedor de galletas de arroz solo para asaltarte apenas te ven con la bolsa en la mano.

Yo ya había visto como a una turista se le habían acercado y casi la muerden tratando de arrancarle la bolsa de las manos.

Compro las galletas e inmediatamente me veo rodeada de ciervos exigiendo su porción, me da un poco de miedo porque me empujan, me dan frentazos y tratan de arrancarme la bolsa.

No quiero correr porque ya vi como a una chica la habían correteado y da bastante temor así que trato de mantener la calma y escondo como puedo las galletas solo para enseñarles mis manos vacías (el mismo gesto que hago con Taita cuando quiere que le de algo que estoy comiendo).

Los ciervos se van, menos uno que con su mirada me hace entender que no lo engaño, las galletas las traigo en mi bolsa y él puede olerlas.

Me sigue por un par de metros hasta que finalmente y solo porque veo que está solo, le doy una galleta y le tomo la siguiente foto:

El Parque

Finalmente y cuando nos cansamos de tomarle fotos a los ciervos llegamos a la entrada principal de parque con su hermosa y enorme puerta labrada: Nandaimon.

Cientos de turistas se encaminaban hacia el interior del parque con la misma idea de visitar lo más posible de templos y santuarios mientras acariciaban y se entretenían mimando a los ciervos.

La entrada al parque es gratuita y como les comentaban, hay muchas cosas que visitar dentro, así que nuestra recomendación es que traigan zapatos cómodos porque van a caminar muchísimo aquí dentro.

Nos detenemos a contemplar el hermoso estanque artificial Sarusawa-ike, que con sus árboles vestidos de otoño reflejándose en sus aguas nos regala unas bonitas postales.

Si bien hay ya mucho turista visitando el lugar, la verdad es que todos se amontonan en los templos, dejándonos la mayor parte del tiempo espacios libres para poder tomar fotos sin que se nos atraviesen.

También, apenas cruzando la puerta Nandaimon podrán encontrar los jardines Isuien y Yoshikien que son de no perderse.

Todaiji Temple 東大寺

Todaiji Temple, es la atracción más popular de Nara y Patrimonio de la Humanidad. Todaiji es el templo de madera más grande del mundo y esta es solo una de las razones por las cuales se visita, las otras son sin duda su antigua historia y el enorme Buda que alberga en su interno.

Una vez que compramos el ticket recorrimos el enorme corredor que nos llevaba hacia el templo, por el camino se logra ver desde fuera lo hermoso y grande que es.

Nos detenemos frente al enorme brasero de incienso a contemplar el ir y venir de la gente que encendía los bastoncitos de incienso y decía alguna plegaria en silencio.

Entramos y nos marivillamos de lo inmenso que es, las gruesas columnas y el techo de madera nos hacen sentir tan pequeños. Hay muchas gente, de hecho el lugar está lleno de turistas pero increíblemente dentro se respira una paz y tranquilidad como solo se percibe en estos lugares de culto.

Apenas se cruza la puerta de entrada lo primero que vemos es por supuesto la grande estatua de bronce del Gran Buda (Daibutsu), que incluso sentado como está es alta de 15 metros y pesa 500 toneladas.

Algo que sin duda nos deja con la boca abierta, a pesar de haber ya visto otras estatuas de igual tamaño, seguramente es la inmensidad de todo lo que nos rodea lo que hace que nos siga pareciendo soprendente todo esto.

Dentro el mismo templo notamos que hay una construcción a escala de todo el complejo, es interesate puesto que podemos apreciar todo ello desde otra perspectiva.

Vemos un grupo de chicos que los han traído en tour de alguna escuela y nos entretenemos un poco al verlos como intentan pasar por el agujero en una de las columnas, que se dice es grande como uno de los orificios de la nariz del Gran Buda. Quien logra pasar por dicho gujero se dice logrará la iluminación en su siguiente vida.

La visita al templo no nos toma más de media hora, entonces nos vamos a recorrer los hermosos jardines del parque y los otros puntos de interés en el mismo.

Es todo tan bello y tan otoñal, los árboles con sus hojas rojas y naranjas del tardío otoño, ya casi invierno y las construcciones tradicionales nos hacen disfrutar enormemente del tranquilo paseo.

Los ciervos nos siguen acompañando, un poco espaciados y solitarios en esta parte del parque pero igualmente tranquilos con su bello porte real.

Más templos y santuarios en el parque, un largo paseo y el cielo se comienza a nublar, de verdad parece que va a llover y aunque el clima es delicioso y el aire prístino y fresco.

Decidimos de continuar nuestro paseo luego de tomar un par de fotos, es hora de pasar hacia la otra parte del parque.

Ni siquiera nos molestamos en mirar la guía, estamos tan agusto difrutando el paseo que no tenemos idea de en cual parte del parque nos encontramos, los santuarios que se levantan aquí y allá, la poca gente que hay de este lado y que disfruta un paseo relajado como nosotros.

Todo nos hacen sentir acompañados en todo momento pero sin sentirnos invadidos o abrumados, será por esto que nos encantan los parques y en este además podemos gozar de algunos templos antiguos y llenos de historia, no podríamos estar más felices.

Decidimos de dar por terminado nuesto tour por el parque, estamos seguros que nos estamos perdiendo muchos lugares importantes de visitar pero nos sentimos cansados y hambrientos.

Como pueden ver, los ciervos han hecho de esta ciudad su morada y los habitantes están más que acostumbrados a verlos por todas partes.

Los automovilistas manejan despacio y se detienen cada vez que un ciervo debe atravesar la calle.

Ya hace rato que pasó la hora del almuerzo y como siempre ni cuenta nos hemos dado, nos encaminamos de regreso a nuestro Ryokan a recoger nuestras maletas e irnos a la estación a comer algo antes de emprender la marcha.

Nuestra siguiente meta en Japón nos espera y estamos muy emocionados.

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