Mukeng y la Foresta de Bambú
Visitar la foresta de Bambú en China era otra de nuestras metas esperadas en esta parte del viaje y debo decir que no nos desilucionó en lo más mínimo. Para llegar a Mukeng es necesario un medio de transporte de Tunxi, en nuestro caso contábamos con Jane que puntualmente nos esperaba en la puerta de nuestro hotel a las 7am. Por el camino se pueden admirar las plantaciones de té, que como nos explicaba Jane son numerosas dada la importancia de la zona en la producción del mismo.
La foresta de bambú (ticket 40¥) se encuentra apenas afuera del publito de Mukeng y es famosa porque aqui se rodaron las escenas de la lucha en la foresta del film El Tigre y El Dragón. Yo me esperaba encontrar el lugar con las clásicas hordas de turistas pero sorprendentemente no fué así. El lugar estaba en una quietud total y a excepción de un grupo de tres personas adelante de nosotros, hicimos el paseo casi completamente solos.
El paseo comienza subiendo unas escaleras de cemento (como las de la montaña) mismas que después de convierten en escaleras de madera, la subida es bastante empinada pero si subes poco a poco (como hago siempre yo) es bastante digerible y no tan cansada. Toda esta subida se hace rodeados de bambús hermosos y con un verde que te quita el aliento. Una vez llegando a lo alto se puede admirar el paisaje a los piés que es muy hermoso. Todo el paseo lo hicimos en 3hrs.
También, llegando a lo alto se tienen dos opciones para bajar. La primera y que yo quise hacer pero que al final me desanimé (no por miedo, es que de verdad el paisaje es muy lindo y se quieren explorar hasta los más mínimos recovecos) es la de usar la Flying Fox que es una especie de silla donde te sientas y bajas a travéz de una cuerda unos 50mt de altura, la bajada dura muy poco (ni siquiera un minuto) y cuesta casi lo mismo que el ticket de entrada, pero por los gritos de júbilo que rompían el silencio de la foresta debo decir que parecía bastante divertido.
La segunda opción es la de bajar obviamente a pié y esa fué la que escogimos nosotros. Al no haber por ninguna parte indicaciones en inglés (que no es nada raro) en un momento dado no supimos donde continuaba el camino de bajada y nos fuimos a meter al pueblito de Mukeng, que de cualquier manera teníamos pensado en visitar.
Dicho pueblito no tiene nada en particular y si no es para hacerse un par de fotos la verdad es que no le veo mucho el caso de visitarlo. Notamos que había un restaurante e incluso una oficina de turismo! pero luego de darnos de bruces con la cruda realidad de que es imposible comunicarse por esas partes (los de la oficina, adivinen…no hablaban inglés) emprendimos de regreso nuestra búsqueda del camino de bajada.
Luego de dar vueltas y más vueltas -debo llamarlas más bien subidas y más subidas porque el pueblo está a las faldas de una montaña y las casas están cada una en un piso diferente, así que bajas 30 escalones y luego tienes que subir otros tantos para ir a otra parte- encontramos por fin el camino de bajada.
Max como siempre me provocaba carcajas abiertas diciéndome que mira si no acabaríamos devorados por un panda ahí en medio de la foresta y es que de verdad erámos los únicos que se habían perdido y rondaban desorientados por estrechos de caminos en los que se veía que nadie había puesto pié en años, como sea, llegamos felices y cansados a la entrada donde como siempre, nos esperaba nuestra guía con una sonrisa. Ahora que lo pienso…¿porqué no le dijimos a Jane que viniera con nosotros!? bah….