Misión San Carlos Borromeo de Carmelo en California
¿Saben cuál es la cosa buena de un road trip? La posibilidad de cambiar itinerario de un momento al otro. Te puede pasar que luego de un largo y fatigoso día de catar vinos en Napa vas y checas que temperatura hace en tu próxima meta y descubres que el tiempo ahí es de algo así como -7°C y con terror te das cuenta que tu ropa más caliente en la valija es una camisa de algodón de manga larga. Afortunadamente estábamos en California y de lugares a donde ir había a montones por lo que en cuestión de 10 minutos nos montamos un nuevo itinerario.
Salimos de Napa en dirección a Monterey que se encuentra a unas 3 horas de carro, pero antes de llegar Maricruz (que hacía las veces de navegador junto con su celular) me hizo seguir derecho y llegar a un espléndido lugar con casas bajas y árboles altísimos: Habíamos llegado a Carmel para visitar el santuario de las mariposas Monarca. Verlas aún de lejos con un binocular fué una bonita sopresa y una fuerte emoción, nuestro itinerario alternativo había iniciado en manera perfecta y sería todavía mejor.
Pasamos el resto del día visitando Monterey, una pequeña ciudad sobre el mar muy linda y vivaz, pero nuestra idea era la de visitar una de las misiones más bellas de California, aquella dedicada a San Carlos Borromeo en Carmel by the sea.
Esta misión fué fundada en 1771 del devoto e incansable padre franciscano Junipero Serra, luego de muchos problemas y sufrimientos con la llegada del padre Fermín Lasuen en 1973, la misión comenzó a crecer y prosperar. Esta misión es particular porque los restos del padre Serra y del padre Lasuen se encuentran en ella, la criatura por la cual habían trabajado y se habían sacrificado tanto los recordará y honorerá por siempre.
Arquitectónicamente la misión es simple, una capilla a una sola nave que está ricamente decorada con cuadros y estatuas, pero la cosa que nos impresionó más fué el claustro que se encuentra junto. Un amplio espacio con los clásicos portales a encuadrarlo, al centro un jardín bien cuidado con árboles centenarios, enormes y majestuosos, plantas ornamentales y en una de las esquinas un monumento en recuerdo a las familias que contribuyeron al crecimiento de la misión. Un silencio y una sensación de paz que te empuja a sentarte a la sombra de los árboles a meditar, parece casi que no hay nadie aparte de ti en el lugar, solo tu y tus pensamientos.
Hubiéramos querido pasar más tiempo ahí pero luego de un par de horas nos dirigimos al negocio de souvenirs a comprar un recuerdo para nuestra familia y partimos a nuestra siguiente meta.