Hangzhou, China
Para llegar a Hangzhou tomamos un autobús en Tunxi, a comprar los boletos nos acompaño Jane y nos ayudó también a comprar un par de tickets de tren que nos iban a servir más adelante y los cuales nos regalaron el peor viaje de nuestras vidas (más adelante les contaré el porque). En Hangzhou teníamos ya hotel reservado (los del hotel en Shanghai se encargaron de todo) y luego de bajarnos del autobús tomamos un taxi hacia allá. El hotel resultó estar en una zona muy hermosa cerca del lago occidental y en el trayecto en taxi (el cual fué eterno dado el tráfico de esa hora) nos dimos cuenta de que estabámos ya en la “civilización”. De vacas, olor a estiercol, campesinos y todo lo demás no quedaba más que el recuerdo y debo decir que un poco me alegré, sobre todo al ver que la zona se parecía muchísimo a algunas zonas de Guadalajara, Jal. (México)…si, que cosas, yo que voy a China y me alegro de sentirme como en México, solo yo me entiendo.
La noche que llegamos no tuvimos ya muchas ganas de salir, así que nos limitamos a recorrer los alrededores de nuestro hotel buscando un lugar donde comer. Afortunadamente nos encontrábamos en una zona bastante movida y gracias a eso no tuvimos ningún problema en encontrar un lugar donde calmar nuestro apetito. Después de la comida tardía (cena, diría yo), nos regresamos al hotel y nos dispusimos a descansar del agotador viaje en autobús. Hangzhou esperaría hasta el día siguiente para ser visitada.
Hangzhou tiene muchísimas cosas por hacer, es una ciudad jovial, alegre y llena de actividades que seguramente les dará para entretenerse por varios días. Basta que escriban en google “que ver en Hangzhou” y les saldrán las mil y una actividades, tendrán solo la dificultad de elegir con cual empezar. En nuestro caso teníamos muy claro que queríamos hacer, pero el tiempo nos hizo cambiar drásticamente de planes. Nuestros planes cambiaron no solo a causa del mal tiempo con la niebla y la lluvia constante, el caso es que estábamos de verdad agotados luego de los días pasados en el sur de Anhui y en realidad buscábamos un poco de relax antes de emprender la siguiente parte de nuestro viaje que también se veía venir agotadora y llena de aventura.
Los dos días que pasamos en Hangzhou los dedicamos simplemente a pasear por el lago, de verdad no se nos antojaba hacer nada más. No queríamos ver más templos y sobre todo, no queríamos subir más colinas. Así que sacamos nuestros impermeables del fondo de la mochila y disfrutamos la atmósfera lluviosa y húmeda de Hangzhou, llena de colores fríos, gente con paraguas, niños a los que no les importaba la llovizna y jugaban cerca del lago. A ciertas horas del día encienden las fuentes en el lago formando un evento lindo de ver con los chorros del agua que saltan aquí y allá, por la noche es aún más lindo porque además encienden las luces.
Que comimos y donde dormimos:
En esta ciudad descubrimos la cadena de restaurantes llamada Ajisen la cual sirve noodles con un gusto muy alto de picante (si no les gusta el picante, mejor evitarlo) y el mejor arroz a la cantonés que haya comido en todo el viaje. En torno al lago encontrarán restaurantes y cafeterías para todos los gustos y en su mayoría tienen los menús con fotos del platillo y escritos también en inglés lo cual hace más fácil a la hora de ordenar.
Para dormir escogimos la misma cadena de hoteles en el que dormimos en Shanghai (SSAW), ellos mismos se encargaron de reservarnos todo (antes de nuestro viaje a Anhui) y aunque cuando llegamos nos dimos cuenta (con horror) de que se habían equivocado y nos esperaban hasta el día siguiente, nos resolvieron el problema en un dos por tres. La reservación incluía el desayuno y el precio de la habitación fué de unos 60€ a noche.