Colima, México

Aún recuerdo la primera vez que llevé a Max a Colima. Apenas nos bajamos del autobús que nos llevó desde Aguascalientes a la capital de mi estado, el calor le dio la bienvenida como un derechazo en el estómago, haciéndolo boquear como un pez fuera del agua en busca de un poco de fresco. Estábamos a mitad de septiembre y hacía calor como si estuviéramos en medio del desierto en pleno agosto. De ese primer viaje Max se trajo muchos recuerdos lindos y una quemadura de sol que lo dejó al rojo vivo por varias semanas, aún cuando se embadurnaba de crema solar de la cabeza a los pies.

Tengo muchísimos recuerdos de esta ciudad, cuando mi papá Gabino me llevaba los domingos a resbalarme por la piedra lisa (una piedra grande que). Recuerdo que caminábamos por la Avenida Madero y comíamos en las fondistas del centro, sopitos delgaditos y tostadas de carne molida, verdaderas delicias típicas del estado. En nuestros paseos no podía faltar una visitada al XXXX donde mi papá Gabino se relajaba y refrescaba tomándose un vaso enorme de agua de nance y yo correteaba por todo el jardín jugando con mis hermanos o los niños que encontraba ahí.

En el Jardín Libertad, que antes se llamaba Plaza de Armas se puede encontrar la Catedral y el Palacio de Gobierno que han estado en ese mismo lugar desde que se fundó la ciudad; rodean este hermoso jardín los corredores con sus antiguos portales: El portal Morelos (donde está el Museo Regional de Historia), el portal Medellín y el portal Hidalgo, se puede encontrar además el bellísimo quiosco que parece que los años no le hacen mella porque sigue igual de bonito que siempre. Max y yo vamos cada vez que estamos en la ciudad, nos gusta sentarnos en alguna banca y platicar de mis visitas a la ciudad cuando era niña. Nos gusta también ver su catedral y entrar a sentarnos un rato para refrescarnos del tremendo calor que a veces hace.

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