Chengkan, China

Nuestro primer pueblo rural, del que más recuerdos tengo quizás porque era la primera vez que me encontraba cara a cara con una versión más auténtica de China. Jane nos trajo a este pueblito para una visita de un par de horas antes de llevarnos a la montaña. Chengkan está muy cerca de Tunxí y es uno de los muchos pueblitos antiguos que hay en la región. Se puede visitar todo en unas dos horas y pasar al siguiente pueblo o regresar al hotel, dependiendo de cuan cansados estén.

Este pueblito está situado a solo 30km del norte de Tunxi y a pesar de eso es menos visitado que otros, lo que lo hace perfecto para gozar de un poco de tranquilidad que en otros pueblos antiguos falta. Para entrar hay que pagar un boleto en la taquilla que está en la entrada principal, el boleto nos costó (precios del 2012) 80¥ por persona y da derecho a visitar los diferentes puntos de interés que hay al interno del pueblito (residencias y templos por ejemplo); ahí mismo les entregarán un pequeño mapa con el plano del pueblo que los lleva a los diferentes templos, pabellones y otros lugares de interés que pueden visitar.

En el pueblito se pueden encontrar varios puntos lindos para fotografiar, como el pequeño lago, las antiguas puertas, las callejuelas antiguas y desiertas, todo les parecerá perfecto para tomar fotos. Si no quieren solo “vaguear” y prefieren conocer a fondo la cultura y la historia del pueblo, es recomendable contratar un guía a la entrada del mismo.

Chengkan en si es hermoso por lo rústico de su paisaje, el arte estilo Huizhou en sus residencias bien conservadas. A nosotros nos encantó que estábamos prácticamente solos paseando por el pueblo, así pudimos apreciar cada rincón con sus puertas de madera tallada, los hermosos pabellones y templos ancestrales y en general la tranquilidad del lugar.

En Chengkan nos perdimos… luego de visitar un par de los puntos de interés, a Max y a mi se nos ocurrió que podríamos “perdernos” por las callecitas buscando cosas interesantes que fotografiar y bueno…los deseos se cumplen. Debo como sea hacer notar que en ningún momento nos sentimos inseguros o con miedo, si bien no sabíamos donde era la salida (Jane nos esperaba en el carro a la entrada del pueblo) la verdad es que difrutamos mucho caminando por el lugar y viendo como vive la gente de ahí.

Nos llamó mucho la atención ver a los chicos del lugar (o quizás de zonas vecinas) pintando oléos en las calles, más adelante nos dimos cuenta de que es una actividad bastante usual en la región. Estén preparados. El lugar apesta a mierda de vaca (literalmente) y las condiciones de salubridad no son lo mejor del mundo, pero estamos hablando que es una zona rural y definitivamente esto es parte del encanto de este pueblo antiguo.